miércoles, 12 de febrero de 2020

Colegio Divina Pastora, urbanismo para mejorar la salud

A finales del año pasado la cumbre COP25 puso en primera página la importancia de la movilidad sostenible y de reducir la contaminación de nuestras ciudades. Durante unos días todo fueron loas y cantos sobre lo bien que lo había hecho Madrid con Madrid Central y lo mucho que se iba a seguir haciendo. Pero la cumbre pasó, Greta se fue y en Vallecas todo siguió igual.

La necesidad de tomar medidas urgentes para una transición ecológica se volvió a guardar en el cajón en el que estaba a la espera de que el próximo episodio de alta contaminación y restricciones al coche vuelva a sacar el tema en los periódicos. En esta transición ecológica disminuir el uso del coche es el principal reto. Un reto difícil porque durante un siglo hemos construido una sociedad basada en el uso del vehículo privado y unas costumbres en torno a él que son difíciles de erradicar. Para agilizar esta transición todos los expertos recomiendan la misma receta: aumentar los espacios peatonales y de infraestructura ciclista a costa del espacio de los coches.

En este artículo vamos a aplicar la receta al colegio Divina Pastora. Hemos cogido este colegio como ejemplo pero la solución es extrapolable a cualquier otro centro con la misma situación: entrada principal en una calle tranquila y con tráfico escaso que se puede redirigir a otras vías. En el caso del colegio Divina Pastora esa calle tranquila es la calle Emilio Ortuño. Una calle de un solo sentido, con escaso tráfico, aceras estrechas y que cuenta con la curiosidad de tener la única sala de magia de Vallecas, Grada Mágica.



La solución más sencilla y efectiva es la peatonalización del acceso al colegio. En el caso del colegio Divina Pastora proponemos peatonalizar el tramo de calle que hay frente al colegio de unos 100 metros (en verde en el mapa). Para ello, en el lado norte de la calle, entre la calle Sierra de Javalambre y el comienzo del tramo peatonal habría que eliminar la línea de aparcamiento y dejar el tramo de doble sentido y solo permitir la entrada y la salida a los garajes de ese parte de la calle. En el lado sur, el único cambio a realizar es cambiar el sentido de la calle (en rojo en el mapa).

Mapa. En verde el tramo de calle que se peatonalizaría y en rojo el tramo de calle que cambiaría de sentido.
En verde el tramo de calle que se peatonalizaría y en rojo el tramo de calle que cambiaría de sentido.

Cómo se ve la obra consistiría en poco más que señalización y algún bolardo que impidiese el paso de los vehículos. También vendría bien algo de mobiliario como algún banco y montar unos anclajes para aparcar bicicletas. Una obra nada cara y que apenas llevaría tiempo realizar.



Las ventajas del cambio son muchas. La entrada al colegio se hace más segura al no pasar vehículos por ella. Los vecinos de la zona verán reducido la cantidad de coches que pasan por su calle lo que se traduce en una reducción de ruido y contaminación. Se gana un espacio peatonal y bancos para sentarse, lo que en una zona hostil para el peatón y con gran envejecimiento de los vecinos es muy importante. Por último, al crear un aparcamiento para bicicletas se fomenta el que los niños que vivan más retirados del colegio vayan en este medio de transporte. Recordemos que el problema no es solo la contaminación, es también la falta de ejercicio de nuetra sociedad.

Buena parte de los cascos históricos de Puente y Villa de Vallecas tienen colegios en situaciones parecidas. El urbanismo de Vallecas esta plagado de calles estrechas con aceras enanas y es momento de empezar a reformar estos espacios para primar a peatones, niños y mayores en un barrio que está envejeciendo.